Ayer he querido vomitar a mi pueblo

22.04.2013 10:13

Reflexiones de una cuentera al día siguiente de las elecciones Paraguay 2013

Ayer 21 de abril, a las cinco de la mañana me reuní con mis hijos en casa y mirándoles a los ojos les dije: "vamos chicos, a trabajar por nuestro país, con responsabilidad en lo que cada uno hace". Marcos fue a su posición de Boca de Urna, Rebeca al puesto de logística del Movimiento Kuña Pyrenda y yo a cumplir con mi rol de apoderada de local, en la Escuela Delfín Chamorro del Barrio Obrero de Asunción, con 30 mesas y un total de 6.054 votantes.

Ayer he visto a personas conocidas de infancia, luciendo carteras llenas de dinero pagando a quienes votaban a su candidato.

PREBENDARISMO, IGNORANCIA, EGOÍSMO, ¡VENDE PATRIA!

También he visto a personas, en su mayoría funcionarios públicos, que llegaron temprano al local de votación a “prestar su servicio”, a fin de mantener sus puestos de trabajo.

TEMOR Y MIEDO.

He visto a una niña que al reconocerme como artista me dijo vivazmente “¡hoy es la primera vez que voto!”, y luego con la misma algarabía fue a pedir al apoderado del partido colorado su recompensa: ¡ya voté! ¿Cuánto te prometí?, le pregunta. Y ella responde “50 mil”. Con tu contraseña andá a cobrar en tal lugar.

¿Así formamos a nuestros ciudadanos/as? Esa niña inicia su ejercicio cívico creyendo que para votar ¡tiene que recibir dinero! Y la vi alejarse entre saltitos inocentes, con su billete de 50 mil en la mano.

He visto como se han aprovechado del derecho de los discapacitados para votar, eligieron a una persona que los fue trayendo uno a uno, y era ésta la que votaba por ellos... Sobraban gritos y denuncias, pero no había forma de parar, el dinero callaba hasta al fiscal mejor trajeado

DESIDIA Y APROVECHAMIENTO DE LAS PERSONAS CON DISCAPACIDAD.

He visto a vecinas de toda la vida bien maquilladas y vestidas con escotes provocativos a cumplir “su misión”, acompañar a la gente mientras se preparaban en la fila para votar, induciendo al voto utilizando su belleza, simpatía y buen cuerpo. Me acerqué a una y le dije: “si creés que va ganar tu candidato, ¿por qué no le dejás a las personas que voten tranquilas?” Me miró y me dijo: “Esta es mi misión”.

ASCO.

Y cuando los guarismos ya eran irreversibles, pude ver a la gente lucir una algarabía fantasiosa. Me preguntaba ¿qué es lo que festejaban? ¿haber repartido tanto dinero? ¿saber que el Paraguay ellos mismos han vendido? ¿será que realmente podrán mantenerse en sus puestos de trabajo? ¿será que no saben que esos jóvenes del barrio que están perdidos en las drogas es porque su mismo candidato es el mayor narcotraficante? ¿qué festejaban?

Yo miraba la algarabía y sabía que esas mismas personas irán a querer cobrar su rédito político y quizás terminen con las puertas en las narices.

¡Qué ignorancia la de mi pueblo!

La dictadura nos comió el cerebro y aún hoy no podemos levantar la cabeza.

Seguí mirando, intentando entender, sin lamentos, pero sintiendo una repugnancia absoluta, hasta que me despabilé y dije ¡basta! Tomé mis actas de control electoral y fui al PC de mi movimiento, junto a mis compañeras/os de Kuña Pyrenda. Con sus abrazos, sus risas y con sus energías, fui recuperando la moral perdida durante el día y pude decir “sigamos”, hay mucho que hacer en este país.

PARAGUAY, mi querido Paraguay, le pintaron una sonrisa sarcástica a la patria, con una alegría comprada, pero habemos muchos/as que tenemos pinceles de creatividad, honestidad y coherencia. Con esas armas, poco a poco, día a día, seguiremos luchando. Por los niños/as que merecen un futuro digno. Por los jóvenes que necesitan recuperar la creencia en los valores del ser humano, por los ancianos que merecen mayor bienestar, por los indígenas, por los campesinos...

¡PARAGUAY! Mi querido Paraguay, no te abandono. Me dolés, me dolés en el alma, me dolés y me desangro.

Ayer he querido vomitar a mi pueblo, pero hoy no. Hoy me levanto y digo ¡soy artista! Tengo mis armas para luchar con hidalguía. Soy narradora de historias, y ahora tengo ¡mucho más que contar! Podrán ensuciar el aire, pero me queda la palabra... y sé que somos muchos más que dos.

A PESAR DEL OTOÑO... ¡CRECEREMOS!
A las 21:30 me llama mi hijo Marcos y me dice:

- Mami, Rebe y yo ya estamos en casa. ¿Dónde estas? Estamos preocupados por vos.
- Estoy entregando mi trabajo en el Movimiento, hijo.
- Mami, aquí te esperamos.
Sentía en su voz, dolor.
- Allá voy... hijo. Allá voy.
Y en mis adentros completaba la frase... a recomenzar, hijo. A recomenzar.

Esto no termina.

Laura Ferreira